De día, los niños se ganan el pan cotidiano en estas calles y de noche, las veredas sirven de cama. Mediante educación y atención especial, la
Cruz Roja se propone ofrecerles herramientas para que se labren un futuro mejor.
¿Puede haber una promesa de futuro más desperdiciada que los innumerables niños privados de infancia, educación y futuro porque luchan por sobrevivir?
A los niños de la calle se les olvida, tal vez porque el reto es pasmoso, pero en Abidyán, gracias al empeño de un hombre y al apoyo de su Sociedad Nacional, se atiende, se orienta y se da esperanza.
En los cruces principales de Abidyán, los niños rodean los coches y piden limosna. Puesto que hay miles de niños de la calle, es más fácil ignorarlos y cerrar los ojos. A los niños de la calle se les trata con una mezcla de desconfianza y desprecio; ellos, a su vez, desconfían de los adultos y sólo aceptan a personas especiales en su medio. Dominique Yao Kramo, Coordinador de Asistencia de la Cruz Roja a Niños en Situación Difícil, es una de esas personas especiales.
Al igual que los niños que protege, no confía en extraños, especialmente en quien quiere fotografiarlos y aún menos en quien quiere entrevistarlos. "Me llevó dos años ganarme su con-fianza y no quiero que usted me arruine la situación", advierte a quienquiera que esté a la caza de un artículo. Su minúscula oficina está llena de fotos de niños y su puerta siempre está abierta.